viernes, 10 de abril de 2009

miércoles, 8 de abril de 2009

La comunidad permacultural


La aldea comunal global se ha venido desarrollando en la última década. Esta es la revolución más significativa en pensamiento, valores y tecnología que se haya puesto en marcha.
Personalmente, no veo otra solución política y económica a los problemas de la humanidad que la formación de pequeñas comunidades responsables, involucradas en permacultura y en tecnología apropiada. Creo que los días del poder centralizado están contados, y que la retribalización de la sociedad es un proceso inevitable, y algunas veces doloroso.
A pesar de que algunos de nosotros no tenemos la voluntad de actuar, tenemos que encontrar caminos que permitan nuestra supervivencia. No todos somos o necesitamos ser agricultores o jardineros. Sin embargo, todos tenemos habilidades y fuerzas que ofrecer, y podemos formar grupos ecológicos o de acción local para cambiar las políticas de nuestros gobiernos locales, demandar el uso de tierras públicas en nombre de personas que no cuentan con el acceso a ella, y unirnos internacionalmente con el objeto de desviar los recursos del derroche y la destrucción hacia la preservación y la construcción.

Creo que debemos cambiar nuestra filosofía antes que ninguna otra cosa.

Cambiar la filosofía competitiva (que actualmente pervierte nuestro sistema educacional) hacia otra de cooperación en asociaciones libres; cambiar nuestra inseguridad material por una seguridad humanitaria; cambiar lo individual por lo grupal/tribal; cambiar el petróleo por calorías, y el dinero por productos.
Pero el mayor cambio que necesitamos hacer es el de consumo por el de producción, aun cuando sea en pequeña escala, en nuestro propio huerto. Si sólo el 10% de nosotros lo hiciera, habría lo suficiente para todos.
Algunas veces parecería que estamos inmóviles, en una trampa, en una conspiración conciente e inconciente, que nos deja indefensos. Nosotros mismos podemos curar toda la hambruna, toda la injusticia, y toda la estupidez existente en el mundo.
Podemos hacerlo por el entendimiento de la forma en que funcionan los sistemas naturales, por la contemplación y el cuidado de la Tierra, empezando por nuestros propios bosques y huertos.
La gente que fuerza la Naturaleza, se fuerza a sí misma. “Cuando cultivamos sólo trigo, nos convertimos en masa de harina.” Si sólo buscamos dinero, nos metalizamos; y si con la mentalidad de la niñez nos fanatizamos con los deportes de equipo, nos convertimos en cuero para pelotas. Cuidado con el monocultivador, ya sea de religión, salud, agricultura o manufactura. El se está volviendo loco de aburrimiento y puede inventar guerras y tratar de imponer el poder de la fuerza, porque de hecho es alguien que no lo tiene.
Para convertirse en una persona completa hay que recorrer muchos caminos, y para ser realmente dueño de algo, primero hay que regalarlo.
Esto no es un juego de palabras. Sólo quienes comparten sus múltiples y variadas destrezas, que son amigos de verdad, y tienen un conocimiento y sentido comunal sobre el planeta, están seguros donde quiera que vayan. Se nos presentan muchas luchas y aventuras: la lucha contra el hambre, contra la pobreza, contra la ignorancia, la sobrepoblación y la codicia. Y muchos desafíos en favor de la amistad, el bien de la humanidad, la ecología aplicada y el diseño sofisticado, que conformarían un modo de vida mucho mejor del que posiblemente estamos viviendo, y que ofrecerían una vida verdadera a nuestros niños.
No hay otro camino que la productividad cooperativa y la responsabilidad comunitaria.

Bill Mollison, Australia, 1994